[TARIFAS EN PESOS]
Seguridad jurídica y dolarización, ese fue el mantra para la Revisión Tarifaria Integral (RTI) de 2017 y el fuerte tarifazo que le siguió. Tras el “sinceramiento cambiario” de 2016, en el entonces Ministerio de Energía de Aranguren abonaron la hipótesis de que la garantía para las inversiones energéticas era la dolarización de la producción y también de la distribución, hipótesis que la corrida cambiaria desterró con los impagos y el posterior congelamiento de las tarifas.
No solo no funcionó, sino que la decisión de dolarizar la tarifa de gas le valió a Aranguren una imputación judicial por no representar y defender los intereses de los usuarios. Y este lunes Alberto Fernández confirmó que enviará al Congreso un proyecto de ley que desdolarice las tarifas, aunque no detalló cómo hará para desacoplar el precio de la generación de energía que cotiza en dólares como el resto de los commodities.
En este sentido, desde el gobierno no ven que desdolarizar (o pesificar) las tarifas sea algo controversial y apelan a que un profundo análisis de los costos de producción de la energía, en particular el gas para la energía termoeléctrica, puede mostrar que muchos de los costos no están vinculados a la divisa, sino que son costos locales y en pesos. En cambio, para el economista en jefe de Ecolatina, Matías Rajnerman, sí es “revolucionario” porque puede “implicar pérdidas directas para las empresas”.
“Las prestaciones de servicios públicos tienen muchos costos en dólares, en especial en la producción de energía. Desdolarizar las tarifas implica que cuando sube el tipo de cambio no aumente tanto el precio final, la tarifa, como el costo y esto es ‘revolucionario’ porque implica una pérdida para las empresas directamente”.