A partir de 2012, ciertos politólogos comenzaron a hablar de la «trampa de Tucídides», estableciendo una analogía con la explicación que aquel historiador de la Antigua Grecia elaboró sobre el porqué de las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas. Según aquellos politólogos, el ascenso de la República Popular China hacía que un enfrentamiento entre ese país y Estados Unidos fuese tan inevitable como las guerras entre Esparta y Atenas. Habiendo comprobado hoy que China se ha convertido en la primera potencia económica mundial mientras que Rusia es la primera potencia militar, Estados Unidos ha decidido combatirlas, pero no al mismo tiempo.
Ese es el contexto de la guerra en Ucrania. Washington presenta ese conflicto como una «agresión rusa», impone sanciones y obliga a sus aliados a hacer lo mismo. La primera explicación que viene a la mente es que Estados Unidos, sabiéndose inferior en el plano militar pero económicamente superior, ha decidido escoger su campo de batalla. Sin embargo, el análisis de las fuerzas implicadas y de las medidas adoptadas desmiente esa lectura de los hechos.
El sistema económico mundial
El sistema económico mundial contemporáneo fue creado por los acuerdos de Bretton Woods, en 1944. El objetivo de los acuerdos de Bretton Woods era instaurar un marco para el capitalismo posterior a la crisis de 1929, luego de comprobarse que el nazismo no había sido la solución. En Bretton Woods, Estados Unidos impuso el dolar –su propia moneda– como divisa de referencia convertible en oro. La Unión Soviética y China no estuvieron en la conferencia de Bretton Woods.
En 1971, el presidente Richard Nixon decidió unilateralmente –y de manera no oficial– poner fin a la paridad del dólar estadounidense con el oro… para poder financiar la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Concretamente, se abandonó la tasa fija dólar-oro. Esa decisión unilateral estadounidense no se hizo oficial hasta después del fin de la guerra –también estadounidense– en Vietnam, en 1976. Fue también en ese momento cuando China se alió a las transnacionales anglosajonas. Desde 1972, la Comunidad Económica Europea –predecesora de la actual Unión Europea– tuvo que adaptarse a las tasas de cambio, que de ser fijas habían pasado a ser “flotantes”, primeramente enmarcándolas con la llamada «serpiente monetaria» y después con la creación del euro.
A partir de 1981, Estados Unidos comenzó a permitir el crecimiento de su propia deuda. Después de haberse elevado al 40% del PIB estadounidense, la deuda exterior de Estados Unidos es hoy equivalente al 130% de su PIB. Estados Unidos intentó después «globalizar» la economía mundial, o sea imponer sus propias reglas del juego a los países solventes y destruir las estructuras de los Estados de los demás países –la estrategia Rumsfeld-Cebrowski [1].
Para pagar sus propias deudas, Estados Unidos imprimió dólares, espió a las empresas de sus supuestos aliados y robó las reservas de dos importantes Estados petroleros –Irak y Libia. Nadie se atrevió a cuestionarlo. Pero, desde 2003, el sistema económico de Estados Unidos ha dejado de ser lo que pretendía ser. Oficialmente, Estados Unidos seguía siendo un país de «economía liberal», pero todos podemos ver que ya no produce los alimentos que necesita, ni sus propios productos de primera necesidad y que además vive sólo del saqueo.
La economía estadounidense, que después de la disolución de la URSS llegó a representar un tercio de la economía mundial, hoy es sólo una décima parte.
Numerosos Estados vislumbran el fin de las reglas de Bretton Woods y buscan un nuevo sistema. En 2009, Brasil, Rusia, la India y China, países a los que rápidamente se une Sudáfrica, crean el grupo BRICS. Esos países se han dotado de instituciones financieras que –mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial imponen reformas estructurales y compromisos políticos de alineamiento junto a Washington a todo el que solicita sus préstamos– prefieren invertir según el sistema llamado leasing o «arrendamiento financiero», también llamado «alquiler con derecho de compra», según el cual el país que recibe la inversión se convierte en propietario cuando la inversión se ha amortizado.
En 2010, Bielorrusia, Kazajastán, Rusia –a los que después se unió Armenia– fundaron la Unión Económica Euroasiática (UEE). Esos países, que tienen fronteras comunes, instauraron una zona de libre comercio con Egipto, China, Irán, Serbia, Singapur y Vietnam. A ellos podrían unirse próximamente Corea del Sur, la India, Turquía y Siria.
En 2013, China emprendió su vasto proyecto conocido como «Nuevas Rutas de la Seda». Al año siguiente –cuando su PIB sobrepasó el de Estados Unidos y alcanzó la paridad con su poder adquisitivo– Pekín creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII, también designado como AIIB, por sus siglas en inglés) y en 2020 estableció un marco para los capitales extranjeros.
En 2021, la Unión Europea concibió su «Pasarela Mundial» (Global Gateway) para competir con China e imponer su propio modelo político. Pero muchos países interpretaron esa jugada como un regreso al colonialismo y la “Pasarela europea” fue objeto de un rechazo masivo.
El bloque ruso y el bloque chino han venido acercándose entre así gracias al proyecto común denominado Gran Asociación Euroasiática Global –surgido en 2016– en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghai. Se trata de desarrollar todo ese espacio en su conjunto creando en él vías de comunicación equilibradas según las bases ideológicas definidas por el kazajo Nursultán Nazarbayev: la inclusividad, la igualdad en materia de soberanía, el respeto de la identidad cultural y sociopolítica de los participantes, la apertura y la disponibilidad en cuanto a integrar otros conjuntos.
El intento de Washington de destruir ese conjunto en formación no tiene absolutamente ninguna posibilidad de éxito. Ya podemos comprobar que:
la agresión económica no comenzó con la invasión de Ucrania sino 2 días antes de la operación militar rusa;
la agresión económica apunta ante todo a los bancos rusos, a los multimillonarios rusos y contra la industria del gas ruso, sin tocar la nueva red de comunicación euroasiática;
finalmente, la agresión económica trata de excluir a Rusia de las organizaciones internacionales… pero no concierne a los Estados que se niegan a condenar a Rusia. Por consiguiente, empujará a estos últimos en brazos de China.
En otras palabras, en la práctica Estados Unidos no está aislando a Rusia sino que aísla a Occidente –el 10% de la humanidad– del resto del mundo, o sea del 90% de la humanidad.
El proceso que está separando a Occidente del resto del mundo
– 0. Estados Unidos agredió económicamente a Rusia el 22 de febrero de 2022, el día después del anuncio del reconocimiento, por parte de Rusia, de la independencia de las Repúblicas Populares de Donestsk y Lugansk –anuncio emitido por Moscú el 21 de febrero. El 23 de febrero, un día después de la agresión económica estadounidense contra Rusia, la Unión Europea siguió los pasos de Washington. Los bancos rusos Vnesheconombank y Promsvyazbank fueron excluidos del sistema financiero mundial.
Vnesheconombank (VEB.RF) es un banco de desarrollo regional y habría podido ayudar a las Repúblicas del Donbass. Promsvyazbank (PSB) invierte principalmente en el sector de la defensa y habría podido tener un papel en la aplicación de los tratados de asistencia mutua entre Rusia y las Repúblicas Populares del Donbass.
-1. Rusia inició su «operación militar especial» en Ucrania el 24 de febrero. El 25 de febrero, Washington extendió la exclusión de los dos bancos rusos ya mencionados, incluyendo en ella a todos los bancos rusos. La Unión Europea hizo lo mismo –también el 25 de febrero.
-2. Para evitar al máximo que otros Estados pudiesen mantenerse junto a Rusia, Washington extendió las «sanciones» comerciales a Bielorrusia. La Unión Europea comenzó a desconectar los bancos rusos del sistema SWIFT –plegándose así a las instrucciones ya impartidas desde Washington– y también extendió las «sanciones» a Bielorrusia y censuró los medios públicos rusos –RT (Russia Today) y Sputnik– el 2 de marzo.
-3. El 3 de marzo Washington comenzó a arremeter contra los millonarios rusos –erróneamente llamados «oligarcas»–, los que en realidad aborrecen a Putin, y el 8 de marzo prohibió las importaciones de hidrocarburos rusos. El 9 de marzo, la Unión Europea siguió el paso de Washington contra los millonarios rusos pero se resistió a la orden de prohibir la importación de gas ruso, indispensable para la economía europea.
-4. El 11 de marzo, Washington extiende las sanciones financieras al seno del FMI y del Banco Mundial y el 11 de marzo amplía la lista de oligarcas sancionados y prohíbe la exportación de productos de lujo a Rusia. La Unión Europea hace lo mismo el 15 de marzo.
-5. El 24 de marzo, Washington busca garantizar que los miembros del parlamento ruso sean despojados de todo derecho en Occidente –al igual que los llamados «oligarcas»–, que Rusia no pueda utilizar sus fondos depositados en Estados Unidos para pagar sus deudas a ese país y que tampoco pueda utilizar su oro para pagar sus deudas en el exterior. La Unión Europea también sigue a Washington en la adopción de esas medidas –prohíbe la importación de carbón y de petróleo rusos… pero sigue sin prohibir las compras de gas ruso.
A continuación presentamos al lector un cuadro recapitulativo de los anuncios de Washington y los de la Unión Europea.
La respuesta del resto del mundo
Estamos siendo testigos de un fenómeno tremendamente sorprendente. Estados Unidos logró que una mayoría de Estados se pusiera de su parte… pero son los Estados menos poblados del mundo. Todo parece indicar que Washington se ha quedado sin medios de presión sobre los países realmente interesados en ser independientes.
Las acciones unilaterales de los anglosajones y de la Unión Europea están dividiendo el mundo en dos espacios heterogéneos. El mundo está diciendo adiós a la era de la globalización económica. Los puentes económicos y financieros están cayendo uno a uno.
En una rápida reacción, Rusia ha convencido a sus socios del BRICS de la necesidad de poner fin a sus intercambios en dólares y de crear una moneda virtual común para realizar sus transacciones. Mientras tanto utilizarán el oro. La moneda común de los países del BRICS estaría basada en una cesta de monedas de sus propios miembros, divisas cuyo valor se estimaría en función del PIB de cada uno de esos países y de una cesta de materias primas con valor bursátil. Ese sistema debe resultar mucho más estable que el sistema actual.
Pero lo más importante es que Rusia y China parecen mucho más respetuosos que Occidente en materia de relaciones con sus socios. Nunca exigen reformas estructurales, ni económicas ni políticas. La crisis ucraniana está demostrando a todos que Moscú no trata de tomar el poder en Kiev ni de ocupar Ucrania sino de oponerse al avance de la OTAN y combatir a los “banderistas” –los neonazis, según la terminología del Kremlin. El método puede parecernos adecuado o no pero los objetivos son legítimos.
En la práctica, estamos siendo testigos del fin de 4 siglos de dominación occidental y de los imperios instaurados por las naciones de Occidente. Estamos viendo el enfrentamiento entre maneras de pensar muy diferentes.
Los occidentales sólo piensan en términos de semanas. Esa visión a corto plazo puede llevarlos a creer que Estados Unidos tiene razón frente a los rusos.
Pero el resto del mundo reflexiona en término de décadas, incluso de siglos. Visto así, resulta incuestionable que los rusos tienen razón mientras que los occidentales, en su conjunto, se equivocan.
Por otra parte, los occidentales están rechazando el Derecho Internacional: atacaron Yugoslavia y Libia sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y mintieron para atacar Afganistán e Irak. En pocas palabras, Occidente no respeta las reglas que antes impuso.
Los demás Estados, por el contrario, aspiran a un mundo multipolar donde cada cual tenga la libertad de pensar en función de su propia cultura; están conscientes de que el Derecho Internacional es lo único que puede preservar la paz en el mundo que ellos sueñan.
Más que enfrentar a Rusia y China, Washington ha optado por replegarse hacia su imperio, por aislar a Occidente para mantener la hegemonía de Estados Unidos.
Desde el año 2001, todos los dirigentes mundiales ven a los occidentales, y sobre todo a Estados Unidos, como una peligrosa fiera herida. No se atreven a enfrentarla y buscan la manera de dirigirla cuidadosamente hacia el cementerio.
Nadie previó que la fiera se aislaría para morir.