Israel, país que mostraba una larga tradición contradictoria, a la vez democrática y criminal, se ha desplomado en pocos meses. Sus leyes fundamentales han sufrido una reforma y su primer ministro ha montado, con la complicidad de la Hermandad Musulmana, un sangriento pretexto para acabar con el pueblo palestino.
Desde ese momento, la clase dirigente israelí está mostrando una especie de locura satanico supremacista. Sólo habla de erradicar el Hamas y del desplazamiento forzoso de la población de Gaza. Lo que estamos viendo es un genocidio, en vivo y en directo, a través de las redes sociales.
Todos sabemos que las ideologías supremacistas siempre conducen a inconcebibles masacres. En los últimos años hemos visto el genocidio desatado contra los tutsis por el Hutu Power o el genocidio del Emirato Islámico (Daesh) contra los yazidíes. En ambos casos no se trataba de eliminar opositores políticos sino de liquidar físicamente toda una población catalogada como no humana.
En los últimos meses, numerosas personalidades israelíes han atribuido los crímenes del Hamas a todos los palestinos y han expresado públicamente su desprecio por todo el conjunto del pueblo palestino. El ministro de Defensa de Israel, el general Yoav Gallant, los calificó como «animales humanos». Ciertas personalidades concluyen así que la guerra tiene que ser «total».
Por ejemplo:
El diputado Nissim Vaturi (Likud), vicepresidente del parlamento de Israel, escribió en X (antes Twitter): «Toda la preocupación en cuanto a saber si hay o no internet en Gaza muestra que no hemos aprendido nada. Somos demasiado humanos (…) ¡Quemen Gaza ahora, como mínimo! ¡No dejen entrar combustible! ¡No dejen entrar agua hasta que vuelvan los rehenes!»
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, declaró: «Estamos muy felices por el regreso de los rehenes liberados, pero ahora se abre paso la idea de una tregua. Acordar parar [la guerra] por más tiempo sería un terrible error que no indica otra cosa que debilidad (…) Tenemos que romper todos los vínculos y negociaciones con el Hamas y mirar al enemigo sólo a través de la mira de un fusil.»
El ministro de Patrimonio, Amichai Eliyahu, declaró a Radio Kol Berama que Israel se planteaba utilizar el arma atómica en Gaza. «Es una solución… es una opción», aseguró. Seguidamente comparó a los pobladores de la franja de Gaza con los «nazis», asegurando que «no hay no combatientes en Gaza» y que su población no merece recibir ayuda humanitaria. «No hay gente no implicada en Gaza», insistió.
Sobre esa base ideológica, dirigentes israelíes y europeos han mencionado, primeramente, el «sueño» de los sionistas revisionistas –los discípulos del ucraniano Zeev Jabotinski (1880-1940)– que no es otro que la expulsión de todos los palestinos o su liquidación física.