Hay nuevos pobres creados por la política de las armas

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El Papa Francisco denunció hoy las consecuencias de una “política de las armas”, que alimenta guerras y provoca nueva pobreza en todo el mundo.

“La violencia causada por las guerras muestra claramente hasta qué punto la arrogancia impulsa a quienes se consideran poderosos a los ojos de los hombres, mientras que a los ojos de Dios son miserables. ¡Cuántos nuevos pobres produce esta mala política armamentística, cuántas víctimas inocentes!”, escribe en el mensaje con motivo de la VII Jornada Mundial de los Pobres (17 de noviembre), difundido esta mañana.

El texto, publicado por el Vaticano, evoca el “ruido de las armas, el grito de tantos inocentes heridos y el silencio de innumerables víctimas de la guerra”.

“Dirijamos a Dios nuestra invocación de paz. Somos pobres en cuanto a la paz y, para acogerla como un don precioso, extendemos la mano, al mismo tiempo que nos esforzamos por incorporarla en nuestra vida cotidiana”, apela Francisco.

El mensaje vincula la celebración al año dedicado a la oración, con vistas al Jubileo de 2025, con el tema ‘La oración de los pobres sube a Dios’, del libro bíblico de Ben-Sirah.

“Los pobres todavía tienen mucho que enseñar, porque en una cultura que antepone la riqueza y que muchas veces sacrifica la dignidad de las personas en aras de los bienes materiales, reman contra la corriente, dejando claro que lo esencial de la vida es otra cosa”, señala.

El Papa, que invita a redescubrir el libro de Ben-Sirá, un texto del Antiguo Testamento, destaca que el autor “descubre una de las realidades fundamentales de la revelación, es decir, el hecho de que los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios”.

“Como Padre, se preocupa por quienes más lo necesitan: los pobres, los marginados, los que sufren, los olvidados. Nadie está excluido de su corazón, ya que, ante Él, todos somos pobres y necesitados”, indica.

Francisco se dirige a los pobres de las ciudades y de las comunidades católicas, para expresarles la “certeza” de la presencia de Dios.

“El silencio de Dios no significa distracción de nuestro sufrimiento; al contrario, contiene una Palabra que pide ser acogida con confianza, abandonándonos a Él y a su voluntad”, apela.

“La mentalidad mundana nos pide ser alguien, hacernos famosos sin importar nada ni nadie, rompiendo las reglas sociales para alcanzar la riqueza. ¡Qué triste ilusión! La felicidad no se puede adquirir pisoteando los derechos y la dignidad de los demás”, agrega.

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