Se extiende la rebelión contra el imperio del dólar

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En pocos meses, la rebelión contra el imperio de la moneda estadounidense se ha traducido en hechos. La cantidad de dólares en las reservas mundiales cayó en 2022 al 47%. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, ha llegado a declarar que «existe el riesgo, cuando utilizamos sanciones financieras vinculadas al papel del dólar, de que con el tiempo estas puedan socavar la hegemonía del dólar».

En América Latina, el continente que Estados Unidos considera su «patio trasero», está naciendo un proyecto cuyo desarrollo socavaría las bases mismas del poder económico estadounidense en esa región.

Brasil y Argentina han concluido un acuerdo para crear una nueva moneda común que utilizarán, en lugar del dólar estadounidense, en los intercambios comerciales entre ambos países y con otros países latinoamericanos. En Brasil, Lavrov se reunió con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien reclama concretamente «el fin de la dominación comercial del dólar».

Ese mismo objetivo está inscrito en el comunicado sobre la asociación estratégica entre Brasil y China, comunicado emitido al termino de la visita del presidente Lula en Pekín. Ese documento anuncia que «Brasil y China se han puesto de acuerdo para fortalecer sus intercambios en monedas locales».

Brasil y China, que son miembros del grupo BRICS, también acordaron promover conjuntamente el Nuevo Banco para el Desarrollo (NBD), la principal institución financiera de los BRICS, alternativa al Banco Mundial, controlado por Estados Unidos.

En los intercambios comerciales entre China y Rusia, que se elevaron al doble en el espacia de un año, ya se utilizan las monedas de esos dos países en lugar del dólar estadounidense. El mismo criterio prevalece en los acuerdos que China concluye con un creciente número de países euroasiáticos, en el marco de la «Nueva Ruta de la Seda».

Ante la creciente rebelión contra la dominación del dólar, pilar del predominio de Occidente, los ministros de Relaciones Exteriores del G7, reunidos en Japón, responden con una verdadera declaración de guerra, anunciando nuevas “sanciones” contra Rusia y ordenando a China y a otros países que «cesen la asistencia a la guerra rusa o sufrirán graves costos».

Mientras Estados Unidos y sus aliados incrementan sus despliegues de fuerzas militares, incluyendo armas nucleares, que apuntan a China, los ministros de Exteriores del G7 advirtieron al gigante asiático que debe «abstenerse de recurrir a la amenaza y al uso de la fuerza».

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