Las provocaciones de Benyamin Netanyahu han suscitado más reacciones que el exterminio de 29 000 civiles palestinos en Gaza. Todos los actores del Medio Oriente ampliado y de Occidente, antes constantemente enfrentados unos y otros, se han unido súbitamente contra el primer ministro israelí.
Si bien cada uno de ellos ve el futuro de Gaza de manera diferente, todos parecen haber entendido que Israel no puede seguir bajo un gobierno de nazisionistas.
En este momento, Egipto organiza con urgencia un enorme campamento para recibir en el Sinaí a 1 millón de palestinos de la franja de Gaza. Según las informaciones, el grupo constructor al-Arjani debe terminar las operaciones de movimiento de tierra y la edificación de un muro de 7 metros de altura para el 23 de febrero. La población de Gaza sería entonces autorizada a refugiarse en ese lugar para escapar a los bombardeos israelíes. Turquía y Arabia Saudita han prometido el envío de ayuda para esos nuevos refugiados palestinos.
Es evidente que nadie tiene intenciones de dar su aval a la expulsión de los palestinos de las tierras que legalmente les pertenecen. Así que todos se concertan ahora para el paso siguiente mientras se plantean una interrogante: ¿Cómo sacar del poder a Benyamin Netanyahu y a los sionistas revisionistas de su coalición de gobierno?
Nadie habrá de sorprenderse si en las próximas semanas fuésemos testigos de un terremoto político en Israel. Si el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu se ve obligado a abandonar el escenario político, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski también acabará en el banquillo de los acusados.