Sigue la partida de ajedrez alrededor de Ucrania. Estados Unidos prepara un ataque contra las autoproclamadas repúblicas populares de Donestk y Lugansk, donde la mayoría de los pobladores ostentan ahora la nacionalidad rusa.
A la luz de la Constitución rusa, el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, tiene la obligación de defender a los ciudadanos rusos, incluso mediante la fuerza militar.
Para evitar ser considerado responsable de algún enfrentamiento, Moscú ha alejado sus tropas de la frontera mientras que el Parlamento de la Federación Rusa solicitaba al Kremlin que reconozca la independencia de Donestk y Lugansk. Washington ya no puede invocar los acuerdos de Minsk porque, “gracias” al presidente de Francia Emmanuel Macron, el gobierno ucraniano acaba de rechazar de plano toda posibilidad de aplicarlos… aunque a la vez no puede tomar por asalto la región sin atacar a ciudadanos rusos, cuya voluntad de secesión es ahora más justificada que nunca.
En definitiva, habrá que acabar reconociendo la independencia de las dos repúblicas populares. Y en su próxima jugada, estas podrían solicitar su incorporación a la Federación Rusa.
La Historia nos recuerda que aquellas divisiones hitlerianas fueron derrotadas. Pero aquella guerra costó a la Unión Soviética 27 millones de muertos –más de la mitad civiles– o sea el 15% de la población de la URSS, mientras que Estados Unidos perdió en la guerra un 0,3% de su población. Además, los nazis deportaron a Alemania 5 millones de soviéticos y los invasores hitlerianos destruyeron en la URSS más 1 700 ciudades y pueblos, 70 000 aldeas y 30 000 fábricas.